“Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la da”.
Si no nos quita nada, ¿por qué a veces nos cuesta tanto darla? O lo que es peor quizás ni siquiera nos percatamos de que podríamos darla y con ella enriquecer a quien la recibe ó incluso cambiar su perspectiva.
“No dura más que un instante, pero su recuerdo a veces es eterno”.
Valga decir que hay sonrisas que guardamos y atesoramos a lo largo de nuestra vida.
“Nadie es demasiado rico para prescindir de ella, ni demasiado pobre para no merecerla”.
Vale la pena recordar continuamente la trascendencia de los valores que tienen un impacto espiritual libres de los determinismos materiales.
“Da felicidad en el hogar y apoyo en el trabajo”.
Si amamos a nuestra gente más cercana regalémosle siempre una sonrisa y recordemos que puede significar la diferencia.
“Es el símbolo de la amistad”.
Cuando nos encontramos con el amigo verdadero, inmediatamente nos nace una sonrisa y que bueno es recibirla de su parte, lo cual refleja el gusto mutuo por la ocasión del encuentro.
“Una sonrisa da reposo al cansado, anima a los deprimidos. No se puede comprar, ni prestar, ni robar, pues es algo que no tiene valor, hasta el momento en que se da”.Cuando se refiere Gandhi a que no tiene valor, obviamente es en relación con lo material, pero más que hablar de valor, tendríamos que hablar de la importancia que cobra de una manera profundamente personal.
“Y si alguna vez se tropieza con alguien que no sabe dar un sonrisa, sea generoso, déle la suya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como el que no puede dársela a los demás”.
Quizás eso sea lo que más trabajo nos pueda costar, ya que esa energía que se transmite a través de la sonrisa, es una forma de comunicación de doble vía. Obviamente es más difícil darla si no se percibe una reciprocidad, sin embargo, como bien dice Gandhi, no hay alguien más necesitado de una sonrisa que aquel que no tiene una sonrisa para dar.
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